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Mi primer negocio fue vender las calcomanías del Rey León que me mandaron de regalo

Actualizado: 21 ene 2021



LO VIVIDO: CALCOMANÍAS DEL REY LEÓN

Durante mi primaria en los años 90 (1991 a 1996 para ser exactos) en el Liceo Franciscano tuve la dicha de que mis tías (que emigraron a Canadá e Inglaterra) me mandaran de regalo cosas súper lindas para el colegio... entre ellas recuerdo un paquete de calcomanías y un cuaderno de Lyon King que estaba de moda en esa época y unos lápices que en su punta tenían varios colores a la vez, y unos sobres plásticos para guardar papeles... y otras cosas más que alegraban mis Navidades y mis cumpleaños.

Esa tarde en el colegio cuando saqué mi cuadernito especial para las calcomanías (era de plastico y hojas de colores y las calcomanías eran de esas como con relieve y plásticas también...) mis compañeros estaban súper curiosos. Yo no era la niña más popular de la clase, de hecho, todo lo contrario... pero tenía algunos momentos estelares como ese... estelares y efímeros. Entonces uno de ellos me dice: Lubela y si me vendes alguna de esas calcomanías? Yo en el momento lo pensé un poco y rápidamente decidí venderlas porque aunque eran bonitas para mi no eran más que eso... y prefería ganar ese dinero para ir a la librería América (alguien se acuerda de esta pequeña libreria sobre la calle principal de altamira?) y probar entre lápices, plumas, cuadernos, etc... uhhhh... ésa era mi fascinación y aún lo sigue siendo.

Las vendí.

Así como después vendí otras de unos animalitos afelpados y que otras niñas de mi edad vieron "súper lindas" para adornar sus cuadernos... y conservé aquellos regalos que si eran útiles y no iba a encontrarlos en ninguna parte acá... (ahora gozo yendo a las librerías con la gran variedad de cosas que ofrecen comparado a esa época).

Desde niña para mi era mejor lo útil a lo bonito. Por ejemplo, ahora que lo recuerdo a mi no me gustaban los cuadernos bonitos... yo abría las hojas y buscaba líneas tenues, hojas bien blancas y si el papel aguantaba mis lapiceros sin pasarse, me sentía en la gloria. Cuadernos así eran más caros y de universitarios... con pastas de un solo color y espirales, muchos eran de varias materias y me duraban un montón... yo escribía poco en mis cuadernos, tan así que cuando la maestra dictaba problemas en matemáticas, yo solo apuntaba los datos, la fórmula y procedía con la solución... cuando ella terminaba de dictar yo casi terminaba de resolverlo. Me parecía una pérdida de tiempo anotar toda la historia alrededor del problema cual si fuera un cuento... era clase de matemáticas o era clase de español? y más de una vez eso me valió regaños de mis profesores... otras veces me fue peor porque a veces simplemente no sabía que responder en el éxamen de tanta síntesis en lo escrito, obviaba datos importantes y a la hora del repaso, no lo repasaba al no tenerlo por escrito... otro día les cuento cómo fue que empecé a escribir menos en mis cuadernos y lo bueno y lo malo de eso.

Luego llegó el día en que se me acabaron las calcomanías y mis compañeros seguían preguntando por ellas... entonces se me ocurrió buscarlas en la libreria... no eran tan bonitas como las mías así que las daba a menor precio... ese día me di cuenta que podía buscar otras cosas para vender y siempre fue por casualidades así que lo hice... tenía unos 10 años y me sentía bien de tener dinero y poder disponer de él!!

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